¿Por qué levantan tanto entusiasmo? Los relojes de lujo mecánicos de cuerda manual, íntimamente relacionados con los orígenes de la relojería, forman parte de la esencia de la Manufactura Jaeger-LeCoultre. Mucho antes de los primeros relojes de pulsera, se daba cuerda a los relojes manualmente con una llave. La cuerda manual, un elemento inseparable del movimiento de los primeros relojes de bolsillo, permite a quien lo lleva convertirse en relojero y, por ende, en un maestro del paso del tiempo. El gesto de dar cuerda al reloj, instintivo y auténtico, se convierte en una especie de ritual técnico y poético que hechiza a los entendidos en alta relojería. La cuerda manual, perfecta para adaptar su reloj de una forma personal e íntima, se ha beneficiado de los adelantos de los movimientos automáticos, que facilitan su uso en el día a día. En la Grande Maison, los relojes mecánicos manuales constituyen la quinta esencia del arte de la relojería. Apreciados tanto por ellas como por ellos, están muy presentes en la línea Reverso Classic y van acompañados de las más sofisticadas complicaciones, como el increíble reloj Master Grande Tradition Gyrotourbillon Westminster Perpétuel. La cuerda manual, que trasciende los confines del tiempo y a menudo se considera sinónimo de la máxima sofisticación, continúa siendo un atributo esencial en Jaeger-LeCoultre. Entre los movimientos manuales más elegantes desarrollados y manufacturados en la Grande Maison, destaca el icónico calibre 101 del reloj de mujer Joaillerie 101. Se creó en 1929 y, a día de hoy, sigue siendo el movimiento manual de menor tamaño del mundo.